Una de las razones para la compra de una cama articulada suele ser los beneficios que aporta a la salud de la persona usuaria y también a la salud de los cuidadores. El uso regular de este tipo de camas previene y mejora problemas de espalda tales como el dolor lumbar, la tensión de hombros y cuello, los dolores provocados por la artritis o el reflujo gástrico, entre otras; y no hay que olvidar que el uso de una cama articulada aumenta las posibilidades de cambiar la postura del usuario con lo que también modifica los puntos de apoyo y sus presiones, siendo por tanto una medida facilitadora importante en la prevención de las muy temidas escaras o úlceras por presión. El dispositivo de una cama articulada está diseñado para que el somier sea capaz de posicionarse en distintos rangos de colocación, lo que permite la regulación de la inclinación del tronco y extremidades inferiores aportando un mayor confort.
Estos productos están recomendados en enfermos o pacientes con movilidad reducida, en personas con distintos tipos de demencia, en situaciones temporales de enfermedad, ancianos… Otra de las ventajas de las camas articuladas es su gran versatilidad a la hora de facilitar de forma cómoda y ergonómica actividades como ver la televisión, comer, leer, etc…
También aporta beneficios para el cuidador ya que, si no se cuenta con los medios necesarios a modo de grúas y la movilidad del usuario de la cama es muy reducida, la espalda del acompañante sufre mucho más de lo deseable pudiendo darse el caso de la imposibilidad del acompañante de poder ser de ayuda y convirtiéndose en un ‘paciente’ más. El beneficio, además, aumenta cuando portan carro elevador. Este elemento es un complemento opcional cuya función es subir y bajar la cama, aspecto muy importante en el mantenimiento de la ‘salud’ del acompañante o cuidador, ya que no tiene que forzar posturalmente la espalda al agacharse o inclinarse en el ejercicio del cuidado diario del paciente.
Todas las camas articuladas ayudan en la mejora de la circulación sanguínea gracias a la configuración de sus planos de articulación, pero si el diagnóstico incluye “hipotensión”, necesitaríamos una cama especial con sistemas de cambios posturales “trendelenburg y antitrendelenburg”. Este sistema aporta la inclinación de la cama hacia el cabecero o hacia los pies, favoreciendo la fluidez de la circulación de la sangre, gracias a la gravedad y a los cambios de inclinación. La postura de “Trendelenburg” consiste en la postura del paciente en decúbito supino (boca arriba), pero con la cabeza más baja que los pies, de manera que se facilita, por el efecto de la gravedad, el retorno de un gran volumen de sangre. Es una de las primeras medidas para el tratamiento de la hipotensión en el shock hipovolémico y neurogénico.
Existe gran variedad de modelos de cama articulada: con patas regulables en altura, con patas fijas, con o sin ruedas, carro elevador con o sin ruedas… Y de accesorios como porta-goteros, incorporadores, barandillas, cabeceros o pieceros.
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